La sinceridad puede ser un arma de doble filo. Cuántas veces habremos escuchado la frase “estoy siendo sincero, te lo digo por tu bien” (o parecidas), pero lo que no han dicho no nos ha hecho precisamente ningún bien.
La intención puede ser buena, pero la forma en la que transmitimos el mensaje también es importante. No vale solamente con ser sinceros.
Podemos ser sinceros, pero no herir al otro. Y, así, será más probable que lo que queremos decir realmente sea para el bien del otro.